Apollo 11 Apollo 11 Apollo 11

Apollo 11

En 2019 se cumplieron 50 años de la llegada del hombre a la Luna. Esta exposición conmemora ese gran hito, uno de los logros más impactantes de la humanidad. ¡No te la pierdas!

Aquel 21 de julio de 1969, Armstrong pisó la superficie lunar abriendo la puerta a la conquista del espacio. Ven a rememorar esa odisea y descubre qué nos depara el futuro espacial.

 

“LA TIERRA ES LA CUNA DE LA HUMANIDAD, PERO NO SE PUEDE VIVIR EN LA CUNA PARA SIEMPRE.”

KONSTANTÍN TSIOLKOVSKI

Fue un viaje épico, histórico, inolvidable. Todos los adjetivos se quedaron cortos cuando el 20 de julio de 1969 el módulo lunar Eagle de la misión Apollo 11, con Neil Armstrong y Buzz Aldrin a bordo, se posaba sobre la Luna en un lugar llamado mar de la Tranquilidad que resultó ser un pedregal. Eso puso a prueba la extraordinaria pericia de Armstrong como piloto, que tuvo que posar la nave en modo manual. Michael Collins permaneció esperando en el Columbia, el módulo de mando.

Horas más tarde —desde el centro de control les obligaron a descansar—, siendo ya el día 21, Armstrong primero y Aldrin después salían a pisar la superficie de nuestro satélite. La impronta que eso dejó en los ciudadanos de la Tierra fue mayúscula. El ser humano abandonaba la cuna para emprender el primero de los viajes tripulados hacia otros cuerpos celestes. Muchos pensaron que aquello era el principio de la colonización espacial, pero no fue así.

UN GRAN PASO PARA LA HUMANIDAD

El 16 de julio de 1969, a las 13.32 horas, en la base espacial de Cabo Cañaveral, en Florida, el cohete Saturno V impulsó los dos módulos de la misión Apollo 11, el Columbia y el Eagle, y a los astronautas que afrontaron el enorme reto que se les había encomendado: alunizar, pisar la Luna, realizar una serie de tareas, mediciones y experimentos, recoger muestras y regresar sanos y salvos a la Tierra. Tras superar un aterrizaje muy complicado, Neil Armstrong se posaba sobre el satélite el día 20. «Aquí Base de la Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado», dijo a las personas que, desde la Tierra, seguían la misión desde tres estaciones de seguimiento distintas para asegurar un contacto constante. Una estaba en Fresnedillas de la Oliva, en Madrid. Desde allí fue desde donde primero oyeron las palabras de Armstrong. Las otras dos se encontraban en Goldstone, California, y Honeysuckle Creek, Australia.

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Ya en la Luna, Armstrong y Aldrin quisieron bajar enseguida, pero sus constantes vitales estaban tan disparadas que los obligaron a descansar unas horas. Cuando por fin procedieron a salir al exterior, pasaron dos horas y media haciendo fotos, instalando aparatos de televisión y un sismógrafo, recogiendo hasta 22 kilos de piedras lunares y, por supuesto, clavando la bandera de Estados Unidos en el durísimo suelo selenita. Después, regresaron al Eagle, donde durmieron unas horas antes de proceder a acercarse al módulo de mando Columbia, con Collins a bordo, engancharse a él e iniciar el viaje de regreso a la Tierra. Tras reentrar en la atmósfera terrestre, amerizaron en el océano Pacífico. ¡Misión cumplida! Aunque parecía que aquella gesta era el inicio de una nueva era espacial, lo cierto es que no fue así. Hoy, 12 astronautas han repetido esa gesta. Todos hombres y estadounidenses.